Mónica Lewinsky, cyberbullying y el precio de la vergüenza

Monica Lewinsky rompe el silencio para hablar sobre su experiencia como centro de un gigantesco vórtice de medios noticiosos hace 20 años. Una experiencia que casi le costó la vida y que nos hace reflexionar sobre el papel que cada uno de nosotros como consumidores de contenido digital tenemos en una industria cuya mercancía es la vergüenza y el acoso.

Monica Lewinsky fue probablemente la primera víctima de lo que ahora conocemos como ciberbullying, la primera persona en saltar desde el anonimato total a un estatus de celebridad global de la noche a la mañana gracias a Internet.  Lo que eso significó para una joven de 22 años es algo que yo nunca me detuve a analizar hasta que escuché su reciente plática en TED "El Precio de la Vergüenza" (Marzo 2015). Me dí cuenta de que hay una industria enorme en línea que lucra con la humillación, con una falta de empatía y compasión que es vergonzante. Una industria soportada por nuestros clics. 


Mucha de la gente que navega por Internet no tiene presente el concepto de que su comportamiento en línea, sus clics, tienen un valor económico.

Yo sé algo al respecto por que me dedico al marketing digital. En pocas palabras para lo que me pagan mis clientes es para generar clics hacia sus sitios web, hacia y desde sus medios sociales, que se reproduzcan sus videos en Youtube, etc. Hay detrás del mercado de los clics una industria publicitaria enorme. Muchas veces me han preguntado de donde es que empresas como Google o Facebook sacan sus millonarias ganancias. Venden nuestros clics a empresas que que desean publicidad.

La cosa funciona así: Cuando uno hace búsquedas, pierde el tiempo en Facebook, juega sus juegos en el celular, lee las noticias en algún portal o muchas otras actividades cotidianas en línea, es expuesto a un flujo constante de anuncios publicitarios. Si uno de ellos capta suficientemente nuestra atención damos clic sobre él. Al dar ese clic, la empresa que publicó ese anuncio (Google, Facebook, Twitter, etc.) le cobra una cantidad determinada, generalmente algunos pesos o centavos, a la empresa anunciante. El esquema se conoce como Pago por Clic y es el pan nuestro de cada día en mi negocio. Es como si una televisora le cobrara a sus anunciantes cada vez que alguien ve sus comerciales. Existen también formatos de pago por miles de impresiones.

Ahora bien, si tu tienes un sitio web con alto tráfico es posible "monetizarlo" insertando anuncios en el contenido de tu sitio (como por ejemplo en este blog). Por cada clic que se genere sobre la publicidad en tu sitio recibes unos cuantos centavos. Es un juego de números; cuando un portal es muy popular recibe millones de visitantes diarios, estos centavos se acumulan para convertirse en importantes ingresos.

Las estrategias para maximizar la exposición a la publicidad en línea son infinitas. Por ejemplo, esa es la razón por la que nos encontramos sitios que presentan sus artículos en segmentos que se tienen que ir leyendo secuencialmente. Esto incrementa el número de anuncios que se pueden mostrar a un mismo visitante.

Esa es también la razón por la que Facebook se toma tantas molestias para conocer nuestros gustos y nuestros hábitos. Esto le permite ofrecer publicidad altamente personalizada, generando así mas clics. También por eso Google quiere saber a donde vamos, que películas vimos, que libros leímos.

Un ejemplo claro del tamaño de la industria de la publicidad en línea es el porno. La pornografía en línea es en la actualidad prácticamente de libre acceso. Las grandes empresas productoras de porno ya no cobran por mostrar sus videos, se conforman con atraer a millones de visitantes para mostrarles publicidad.

Sabiendo todo esto, uno como consumidor tiene que estar consciente de que nuestros clics son una mercancía valiosa y debemos pensar a quien le proporcionamos ese valor. Esto cobra relevancia cuando las empresas involucradas llegan a extremos de dudosa calidad ética con el fin de llamar nuestra atención. Cuando le damos clic al mas reciente video de una celebridad en situaciones íntimas, estamos inyectando dinero en un negocio que involucra criminales cibernéticos que lo mismo hackean cuentas de Instagram, que roban identidades o trafican con tarjetas de crédito clonadas. Ayudamos a conseguir dinero para pagarle a ladrones profesionales que se especializan en robar celulares y computadoras portátiles de celebridades.

Hagamos consciencia de nuestro poder como consumidores de contenido en línea.

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